Jordi Tarré, CETT Alumni Estrella Michelin: “La experiencia gastronómica puede ser sorprendente sin fuegos artificiales”

27.05.25
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Foto de Jordi Tarré

Hablamos con el CETT Alumni y chef Estrella Michelin Jordi Tarré para conocer la visión de la cocina de su restaurante Prodigi. 

Jordi Tarré, cocinero de 29 años y alumni del CETT, es el fundador, propietario y chef del restaurante Prodigi, un establecimiento ubicado en Barcelona y reconocido recientemente con una Estrella Michelin. Su propuesta gastronómica destaca por combinar la simplicidad y la sofisticación, a partir de una cocina de raíces catalanas con una visión contemporánea. 

Formado en Técnico en Cocina-Gastronomía y Servicios de Restauración y Técnico Superior en Dirección de Cocina, Tarré inició su trayectoria profesional a los quince años en el CETT. Durante su etapa formativa se incorporó a cocinas de referencia como Nectari, Hisop y El Celler de Can Roca. Más adelante, amplió su experiencia en Londres, trabajando en espacios como The Fat Duck, Mandarin Oriental Hyde Park y Ametsa with Arzak Instructions

Tras su regreso a Barcelona, se incorporó al restaurante Hisop como segundo de cocina, paso que marcó la antesala de la creación de Prodigi. En esta entrevista, Tarré reflexiona sobre su trayectoria, la importancia de la formación y los valores que definen su propuesta gastronómica. 

  • Prodigi plantea el valor de la simplicidad y la sofisticación a través de una aventura creativa moderna. ¿Cómo lo hace? 

Prodigi es un proyecto que recoge recuerdos, experiencias y raíces. Siempre hemos querido experimentar con la innovación y la sencillez, construir un camino donde convivan la cocina tradicional y la más contemporánea, pero sin perder nuestras raíces. 

La cocina actual es cada vez más creativa y emplea más técnicas, y creo que, en este contexto, es fundamental recordar que más no significa mejor. De hecho, aunque algo pueda parecer simple o sin artificios, puede llevar mucho trabajo detrás. El mensaje que queremos transmitir desde Prodigi es que la experiencia gastronómica puede ser sorprendente sin fuegos artificiales. 

  • Raíces, recuerdos, experiencias… y ahora una Estrella Michelin. ¿Cómo habéis vivido este logro? ¿Qué hace que Prodigi sea un restaurante de estrella? 

Solo puedo decir que, desde que abrimos el restaurante, hemos intentado hacer mejor las cosas año tras año. Es una carrera de fondo. Se trata de mejorar continuamente, tener la humildad suficiente para entender que hay cosas que aún no haces bien y saber que siempre se puede aprender más. Hay que tener los pies en el suelo y la cabeza en el cielo —y en las estrellas—, y pensar y soñar mucho, porque eso es lo más importante. 

  • El restaurante rinde homenaje a la cocina catalana. ¿Qué destacarías de nuestra cocina en el año en que somos Región Mundial de la Gastronomía? 

La cocina catalana tiene unas bases y fondos que otras culturas no tienen. Nunca he concebido Prodigi con otro punto de partida que no sea la cocina catalana. He vivido fuera y he tenido influencias de muchas otras cocinas, pero los sabores que me conectan con casa son los de aquí: los sofritos de mi madre, las reducciones, los sabores potentes... Un proyecto tan personal nace desde esa base. 

  • ¿Qué debe tener un/a buen/a chef hoy en día? 

Uf, esta pregunta... Debe tener disciplina, muchas ganas de aprender, humildad y, sobre todo, motivación para superarse constantemente. Necesita inquietud y un deseo constante de mejorar. Y lo más importante de todo: mucho cariño al cocinar, porque la clientela lo nota. 

  • ¿Se hace o se nace? ¿Cómo te ha ayudado tu formación en tu trayectoria profesional? 

Se hace, en un 95%. El primer paso, imprescindible, es la formación. Luego tienes que forjarte en las cocinas, ser autodidacta, aprender en distintos restaurantes y desarrollarte profesionalmente. Hay que tener una base sólida, conocimientos, experiencia, implicación, ganas de aprender, dedicación y saber escuchar. 

  • ¿Podrías compartir con nosotros qué te llevas de tu formación en el Campus CETT? 

El CETT fue el primer paso, el inicio. Me dio las herramientas para empezar a entender este mundo, las posibilidades y la salida profesional que necesitaba. Animo a todo el mundo a formarse. Los programas de estudios evolucionan y mejoran constantemente, y la cocina requiere práctica, pero los primeros años de formación permiten asentar las bases, cometer errores y experimentar antes de entrar en el mundo laboral. 

  • ¿Qué le dirías a alguien que quiera dedicarse a la alta cocina? 

Primero de todo, le recomendaría que no empiece dedicándose a la alta cocina, sino que se dedique a la cocina en general. En gastronomía se pueden hacer muchas cosas, no todo es alta cocina ni todo son restaurantes con estrella Michelin. Hay tres cosas que debe valorar: qué le motiva, dónde se siente cómodo y en qué destaca. Si alguien quiere dedicarse a la alta cocina, primero debe analizar todo eso, probar y experimentar en la cocina “normal”. 

Yo no he estado siempre en restaurantes de alta cocina. He trabajado en una rosticería, en una pastelería, en distintos restaurantes… estuve probando hasta que encontré el tipo de cocina que me gustaba. Hay que estar abierto, porque la gastronomía es diversa y ofrece muchas salidas. Lo ideal es que cada persona entienda sus fortalezas y encuentre el lugar adecuado para desarrollarlas. 

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