Roberto Duran, CETT Alumni y Master Sommelier: “La sumillería no puede quedarse en lo clásico, debe adaptarse a lo que está pasando en el mercado y en el mundo”

Roberto Duran es uno de los únicos 291 profesionales del mundo del vino reconocido con el título de Master Sommelier. Hablamos con el CETT Alumni para conocer su trayectoria y su visión del sector.
Obtener el título de Master Sommelier es entrar a la élite de la sumillería y solo 291 profesionales alrededor del mundo lo han logrado desde el nacimiento de la distinción en 1969. Esta certificación, otorgada por el Court of Master Sommeliers (CMS), supone ser experto/a del más alto nivel de competencia y conocimiento de vino. Se centra en habilidades prácticas y teóricas de servicio, maridaje y gestión de bebidas en la hostelería, abarcando aspectos culturales y de venta en restaurantes de lujo.
Para conseguirlo, los aspirantes deben pasar, en un plazo de tres años, una cata, una prueba teórica y otra práctica de servicio y gestión de bodega con un 75% de acierto respectivamente. No llegar a ese mínimo supone comenzar de cero.
Roberto Duran, CETT Alumni del Diploma Superior Universitario de Sumiller (2009-2011), ha pasado los últimos 7 años persiguiendo esta meta y, este verano, ha conseguido convertirse en el primer español que puede añadir a su nombre las iniciales MS.
- En primer lugar, ¡enhorabuena por este gran reconocimiento! ¿Qué ha significado para ti conseguir el título de Master Sommelier?
Conseguir el título de Master Sommelier ha sido una de las experiencias más transformadoras de mi vida profesional y personal. Más allá del reconocimiento, representa años de estudio intenso, práctica rigurosa y una profunda dedicación a la excelencia.
Es un título que no solo valida conocimientos técnicos sobre vino-licores-sake-regulaciones, sino también la capacidad de mantener la calma bajo presión y ofrecer hospitalidad-conocimiento al máximo nivel.
- Han sido años de dedicación hasta lograrlo. ¿Cómo ha sido el proceso de preparación y qué retos ha supuesto?
El proceso de preparación fue intenso, la verdad. No es solo aprenderte los vinos del mundo, es entender regiones, estilos, productores, añadas… y estar al día porque todo cambia constantemente. Supone muchos sacrificios: tiempo personal, presión mental, frustración cuando algo no salía bien... Pero también me ha ayudado a ser más disciplinado, a trabajar bajo presión y a desarrollar una mentalidad de mejora continua. Ha sido duro, pero totalmente valioso.
- El Master Sommelier es una de las distinciones más exigentes del mundo del vino. ¿Qué papel han jugado tu trayectoria y tu formación en el recorrido hasta aquí?
Mi trayectoria y mi formación han sido fundamentales para llegar hasta aquí. Empecé en el mundo de la hostelería con mucha curiosidad y sin imaginar que acabaría tan involucrado en el mundo del vino. Desde mis primeros años trabajando en sala, entendí que el vino no era solo una bebida, sino una parte esencial de la experiencia gastronómica. Eso despertó en mí el interés por aprender más, y poco a poco fui formándome de manera más seria.
He tenido la suerte de trabajar en restaurantes donde el vino tenía un papel protagónico, y eso me ha permitido estar en contacto con grandes profesionales, aprender de ellos, y desarrollar una cultura del detalle y del servicio. Después vinieron las formaciones más técnicas como cursos, certificaciones, catas, viajes… y, por supuesto, muchas horas de estudio.
- En un sector cada vez más profesionalizado, ¿cómo crees que debe evolucionar la formación en sumillería para capacitar a los futuros profesionales?
Creo que la formación en sumillería debe evolucionar en varios sentidos si realmente queremos preparar a los profesionales del futuro. Es fundamental que siga habiendo una base técnica sólida —todo lo que tiene que ver con viticultura, enología, regiones, cata y servicio—, pero también es necesario abrir la mirada. Hoy en día, un sumiller no solo necesita saber de vino, sino también tener conocimientos sobre sostenibilidad, psicología del cliente, comunicación efectiva, e incluso gestión de negocios.
Además, el mundo del vino está cambiando rápidamente: hay nuevas regiones emergentes, estilos poco convencionales, vinos naturales, cambios climáticos que afectan la producción... Todo eso debería formar parte de los programas de formación actuales. La sumillería no puede quedarse en lo clásico, debe adaptarse a lo que está pasando en el mercado y en el mundo.
- En tu propia experiencia, ¿qué habilidades son imprescindibles para hacer carrera de sumillería?
Para hacer carrera en sumillería, hay una combinación de habilidades que son absolutamente imprescindibles. Por supuesto, el conocimiento técnico del vino es la base, pero eso por sí solo no basta. Hay que desarrollar también habilidades humanas y de servicio como la comunicación. Un buen sumiller tiene que saber leer a la clientela, adaptar su discurso y transmitir con claridad y pasión, sin caer en tecnicismos innecesarios. También es clave tener empatía, paciencia y saber crear una experiencia agradable sin imponerse.
- Tras una larga trayectoria internacional a tus espaldas, ¿cómo valoras el sector del vino en Cataluña?
El sector del vino en Cataluña me parece uno de los más dinámicos y diversos de toda España, con mucho presente y futuro. Tiene una larga tradición, pero también una capacidad impresionante de reinventarse y adaptarse a los tiempos. Lo que más valoro es la combinación entre respeto por la herencia vitivinícola y una mentalidad innovadora, con proyectos que apuestan por variedades autóctonas, agricultura ecológica y nuevas formas de entender el vino.
Cuenta con muchas denominaciones de origen destacables. Por supuesto, el Penedès sigue siendo un referente, tanto por su historia como por la evolución que ha tenido, especialmente con los espumosos de calidad como los Clàssic Penedès y la revolución que ha traído Corpinnat y como CAVA esta posicionándose a nivel exterior. También mencionaría lo que está pasando en DO Montsant y DOQ Priorat, vinos con mucha identidad, donde la garnacha y la cariñena expresan muy bien el carácter del terruño.
- Y como brindis para acabar esta conversación, ¿qué consejo darías a una persona que quiera dar el paso a ser sumiller?
Mi consejo sería que empiece desde la base, que escuche, que observe mucho, que no tenga miedo de hacer preguntas, y sobre todo, que se mantenga curioso. Y que nunca pierda la pasión porque al final, eso es lo que conecta con la gente y lo que te hace destacar.
Le diría que si realmente siente pasión por el vino y por el servicio, que se lance, pero con los ojos bien abiertos. Ser sumiller no es solo saber mucho de vinos, es estar dispuesto a trabajar duro, a estudiar constantemente y a vivir muchas horas en sala, con presión y exigencia. Pero también es una profesión muy gratificante si te gusta aprender, compartir y crear experiencias memorables para los demás.
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